Las plantas no sólo intercambian oxígeno, CO2 y agua, sino una cantidad enorme de productos distintos; entre ellos, los que les confieren su característico aroma. Esta emisión depende de la productividad de las especies, que aumenta con la temperatura. Por ello, la subida de al menos 2º C prevista para 2100 provocará que la vegetación sea más productiva y, por tanto, más fragante
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