En Estados Unidos, la necesidad tanto de recortar las emisiones de carbono como de prepararse para los menguantes suministros de petróleo requiere un giro en las inversiones desde las carreteras y autopistas a las vías férreas.
El sistema de ferrocarril para pasajeros sería modelado a imagen de los de Japón y Europa. Una línea transcontinental de alta velocidad que viajara a una media de 273 km por hora significaría viajar de costa a costa en 15 horas, incluso con paradas en las ciudades principales a lo largo del trayecto. Hay una necesidad sin precedentes de desarrollar una red nacional de tren electrificado para mercancías, que reduciría en gran medida la necesidad de camiones de largo recorrido.
Cualquier esfuerzo global que tenga algún sentido en cuanto a recortar las emisiones de CO2 comienza con Estados Unidos, que consume más gasolina que los siguientes 20 países juntos, incluidos Japón, China, Rusia, Alemania y Brasil. Estados Unidos –con 238 millones de vehículos de los 860 millones globales, aproximadamente el 28 por ciento del total– no sólo tiene la mayor flota automovilística del mundo, sino que está cerca de lo más alto en cuanto a kilómetros conducidos por coche y cerca de las peores posiciones en eficiencia en el uso de combustible.
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